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Por Eduardo Corrales

IBL NEWS, 9 de enero 2009

La economía mundial marcha hacia a una depresión como consecuencia del deterioro del sistema legal de representación del valor de la propiedad, mas de ninguna manera el fracaso de una forma de hacer capitalismo significa la muerte de la economía de mercado, sostiene en la presente entrevista Hernando de Soto, Presidente del influyente think tank Instituto Libertad y Democracia (ILD).

El economista observa semejanzas entre el crispado escenario económico de hoy los de 1929 y 1873, y hay otros expertos que descubren similitudes con la crisis de 1907.

“La gran diferencia está en los documentos que transportan el valor y que han hecho posible el excesivo palanqueo (over leveraging), los derivative securities, o derivados bursátiles -que agrupan una serie de títulos de propiedad e hipotecas y los reparten, los subdividen, los re-subdividen y los reparten- por los cuales el sistema ha sido desbordado”, indica.

Esos instrumentos no existían anteriormente y su valor nominal – según el Bank for International Settlements (BIS) de Basilea- no baja de 600 trillones de dólares. “La pequeña diferencia radica en la globalidad de la recesión: anteriormente podía estar en Estados Unidos y Alemania, pero esta vez es verdaderamente mundial”, apunta.

“El Producto Bruto Internacional suma un poco menos de 60 trillones de dólares, pero esos papeles derivados son diez veces más grandes. No se trata entonces de un problema puramente monetario, ni financiero”, señala.

Dado que el sistema capitalista es esencialmente un sistema en el cual todos los valores, tangibles o intangibles, están representados en un documento legal que se llama propiedad, cada vez que se quiere transferir algo siempre se lo hace a través de un documento de propiedad, explica el autor de El otro sendero (1987).

“Tenemos por primera vez una inflación de documentos de propiedad y todavía los líderes occidentales no se han dado propiamente cuenta de que el mal no se va corregir hasta que no se retire ese papel tóxico”.

De no ocurrir eso, lo más probable es que la situación progrese “hacia una depresión, entendiendo por tal un desenlace en el cual la economía se quede estancada durante un periodo prolongado. Visto así el panorama, soy relativamente pesimista ante el mediano y el largo plazo”, agrega.

Ida y vuelta del Tesoro

En cuanto a las decisiones asumidas por los responsables de la economía de los Estados Unido, De Soto refiere que cuando el secretario del Tesoro de los EEUU, Henry Paulson, bosquejó su programa TARP (Troubled Assets Relief Program), su idea era pedir al Congreso los 700 mil millones de dólares para comprar a los bancos los Troubled Assets, o papeles tóxicos, para retirarlos del mercado de una u otra forma, comprándolo o castigándolo.

“Pero a los pocos días dijo que no iba a utilizar los 700 mil millones de dólares para eso sino para recapitalizar los bancos”, precisa.

A juicio del presidente del ILD, Paulson acertó en ese primer ensayo porque quería sacar esos documentos del sistema, pero conjetura que no los encontró: “Es la primera vez en la historia del mundo que el papel que representa la propiedad no está registrado: saben que está afuera, en qué cantidad, pero no saben en qué banco están”, acota.

Capitalismo de buitres

Al referirse al plan de rescate financiero, De Soto anota que la estrategia se dirige a evitar el colapso de las grandes instituciones y una descomunal corrida bancaria capaz de ocasionar un colapso radical del sistema financiero.

“Con esa ayuda tratan de robustecerlo y como no pueden hacerlo con todo el mundo han seleccionado los 5 o 6 más grandes bancos y las 2 o 3 industrias más grandes, lo cual es arbitrario porque los 5 o 6 más grandes bancos no son necesariamente los que se han portado mejor”, indica.

Ese procedimiento se ajusta al hecho de que no existe una tecnocracia o burocracia suficientemente grande en los Estados Unidos ni en ningún país para administrar lo que se llama la ‘consolidación de la industria bancaria’, entonces se ha optado por fortalecer mediante créditos a unos cuantos grandes bancos para que luego estos compren a los más débiles.

El economista observa que aunque así se favorece arbitrariamente a algunos contra la mayor parte, si se ha escogido el camino de consolidar, “quizás no exista un mejor criterio por el momento”.

“Pero hay allí una profunda injusticia desde el punto de vista social y también desde el punto de vista del mercado. Hubiera sido preferible comprar los activos tóxicos, porque al menos hubieran ‘pagado el pato’ los que se metieron en malas deudas”, opina.

Otro aspecto preocupante, para tener en cuenta, es que mientras algunos estiman que esa consolidación pueda tomar uno o dos años, también podría ocurrir que requiera mucho más tiempo.

“Si ese proceso en que los grandes se comen a los más pequeños –lo que en inglés se llama a veces vulture capitalism, capitalismo de gallinazos- se extendiera, digamos, cinco años, el mundo no puede soportarlo: se le caen los ahorros al Estado y ya no tiene como financiar nada”, advierte.

De la crisis financiera a la económica

En opinión de De Soto, la crisis de las hipotecas subprime en EEUU ha significado que un 6 o 7 por ciento de las propiedades de menor valor no ha podido ser pagada y el valor de esas viviendas ha bajado en 20 a 25%.

“Eso se hubiera resuelto con la venta de las casas de aquellos que no podían pagar y otras las hubieran comprado a un precio de bicoca, asi es como funciona el sistema capitalista, pero de ninguna manera esa pequeña crisis es la provocadora de lo que se llama el meltdown, es decir de la depresión”, dice. “La crisis financiera explica entonces sólo una pequeña parte del problema”, agrega.

Con respecto a la supuesta ‘muerte’ del sistema capitalista, no pasaría de ser un wishful thinking de sus adversarios. El economista explica que para que ello ocurra, en primer lugar, tendría que surgir un sustituto del sistema y eso aún no existe. “Nadie propone –entre otras cosas- una forma de planificación central o una economía dirigida, porque hay ya un sistema global imposible de ser dirigido centralmente”, explica.

“En segundo lugar, el propio Marx dijo que cuando le haya llegado la hora al capitalismo -es decir cuando surja una nueva síntesis- se reconocería anticipadamente por tratarse de un concepto maduro y claramente superior al sistema que sustituiría, y no hemos visto eso”, anota el autor de ‘El misterio del capital: ¿Por qué el capitalismo triunfa en occidente y fracasa en el resto del mundo?’ (2000).

“Lo que ocurre es que hemos olvidado que el sistema capitalista es esencialmente un sistema de propiedad privada y que cuando destruyó a su antecesor -el feudalismo y el patrimonialismo o el mercantilismo-, y ahora recientemente el comunismo en China y Rusia, la diferencia consistió en que donde había propiedad colectiva se puso la propiedad privada y de fácil transmisión”, incide.

Al olvidar cómo hacerlo completo en relación con la energía, la comida o el dinero, tampoco se recuerda que la base del capitalismo es la propiedad. No hemos sabido definirla de manera que nos ayude a proceder como un mundo en lugar de cómo un país a la vez”.

Vitaminas contra el cáncer

En cuanto a las iniciativas de estímulo -ensayadas por la Administración Bush y anunciadas otros por el presidente electo Barack Obama- las considera “correctos” pues -considerando el componente psicológico en la economía- apuntan a que la gente recupere la confianza, y pueden incluso lograr que la economía siga corriendo unos meses o un año más, o que caiga en etapas sucesivas en vez de un solo gran desplome.

“De cualquier forma, el problema sigue siendo que en el mercado hay 600 trillones de dólares en papel infectado, entonces ese estímulo es como suministrar vitaminas a un paciente de cáncer: puede conseguirse reanimarlo pero si no se le extirpan las células cancerosas volverá a caer”, comenta.

En relación a la capacidad de maniobra que tendrá la nueva Administración en los Estados Unidos para enfrentar la crisis, De Soto considera que la ventaja es que puede implementar políticas frescas. Otro aspecto positivo lo constituye el hecho de que Barack Obama tiene en su equipo a gente como Larry Summers y otros con probada experiencia en el manejo económico.

“Falta todavía conocer un diagnostico de fondo, mas como, repito, la crisis es en gran parte psicológica, un presidente que esté dispuesto a buscar nuevas soluciones tendrá una especie de ventaja inicial, pero si no le encuentra la vuelta al problema puede acabar como cualquier otro gobierno”, afirma.

Aún si la economía de la superpotencia lograra recuperarse y se incrementara la velocidad de la actividad económica, tanto a los Estados Unidos como al mundo le esperaría adelante un gigantesco proceso hiperinflacionario, “una inflación como nunca hemos visto anteriormente”, prevé.

“Aunque de momento el temor mayor lo constituye la deflación -esto es una caída de la actividad económica o del deseo de compra frente a los precios-, el volumen del dinero está subiendo por 14 veces lo que era anteriormente; en el momento en que ese dinero llegue al mercado -si es que llega- no habrá manera de que no sobrevenga una gran inflación y después habrá que ver como eso viene”, pronostica.

Es decir si se logra remontar la caída todos los dólares existentes que circulan tanto en los Estados Unidos como en el resto del mundo va a valer cada día menos. “Pero ese no es el problema por ahora; aunque será una preocupación más allá del 2009”, concluye.

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